EL
CADÁVER Y YO
ELENCO
Ricardo Vásquez de
Velasco como Jesús/Daniel Vigil
Claudio Martínez como Ramiro Hidalgo
Raúl Rueda como José Antonio Granda
Natalie Valdez como Violeta Alarco
Jéssica Sarco como Hortensia
Juan Renato
Vílchez como Arturo Bueno
1º
CAPÍTULO
LA MUERTE POR VEINTE
CENTAVOS
1º
Escena (En la mañana. Evaristo)
Jesús sale del Bingo
Palace y se va caminando sin rumbo, luego se detiene y voltea. Se observa su
amigo Ramiro, quien se acerca a éste.
Jesús.- ¡Hey, Ramiro!
Vamos. Recuerda que tengo que llegar temprano a la casa porque tengo que ver
unos asuntos.
Ramiro.- Ya, está
bien.
Evaristo mira hacia
la avenida buscando un taxi que pare.
Entrada de la serie
con la música de Footloose.
2º
Escena (En casa de Evaristo. En la sala)
La puerta de entrada
de la sala se abre e ingresa Evaristo junto con su amigo Ramiro se dirigen
conversando hacia la terraza.
Jesús.- No puedo
creer que haya invertido mi dinero en esas máquinas tragamonedas. Sólo me
hicieron perder.
Ramiro.- Si pues, a
veces están programadas para ganar y otras veces para perder. Pero a ti sólo se
te ocurre invertir un dinero que era para pagar la luz de tu casa.
Jesús.- Eso no
interesa. Saco más dinero de mi tarjeta.
3º
escena (En la terraza. Atrás del BBQ)
Jesús y Ramiro salen
a la terraza y se ubican en el BBQ
Ramiro.- Verdad,
Jesús. Cambiando de tema, necesito que me por favor me devuelvas los veinte
centavos que te presté para que pagaras al taxista que nos trajo acá.
Jesús.- Tendrás que
esperar, amigo Ramiro. Tengo que sacar dinero del cajero del banco ya que no
tengo nada en la billetera. Además, son veinte centavos pues. ¡No te pases!
Ramiro.- ¿No te
pases? Oye, te gastas el dinero que tenías para pagar la luz y te lo tiraste en
las máquinas tragamonedas del Bingo Palace. Tienes que asumir tus
responsabilidades.
Jesús.- Mira, idiota.
A mi no me vas a venir a enseñarme modales en mi propia casa. ¡Ya te he dicho
que esperes!
Ramiro.- ¿Qué fue lo
que me dijiste?
Jesús.- ¡Idiota!
Ramiro.- ¡No! ¡Lo que
dijiste después de eso!
Jesús.- Que a mi no
me vas a venir a enseñarme modales en mi propia casa.
Ramiro.- Sí, eso
justo es lo que quiero explicarte que esta no es tu casa. Es la casa de tus
padres, los cuales gracias a Dios pudieron cumplir su sueño de viajar a Madrid
y si ellos te vieran lo que has hecho, créeme que tanto ellos como yo
estaríamos muy molestos contigo. Lo único que haces es perder (se observa a Evaristo tornándose molesto) el
tiempo en cosas insignificantes y que dañan el cerebro, y es más (se observa a Ramiro) ese dinero con el
que ibas a pagar la luz te lo prestó tu jefe Fernando Salas y cuando venga y
sepa de esto, yo no sé, Jesús.
En un plano entero,
se ve a Ramiro que trata de alejarse de Jesús yéndose por donde vino pero éste
lo detiene.
Jesús.- ¿Qué quieres
decir cuando mencionaste a mi jefe?
Ramiro.- Que le voy a
decir lo que hiciste con su dinero porque no deseo ser alcahuete de nadie.
Jesús.- ¡Eres un
malagradecido! (dice esto empujándolo)
Ramiro le tira un
puñetazo en la cara, quien apenas tambalea para caer al piso pero se contiene y
le responde el golpe de tal manera que la frente de Ramiro se estrella en una
esquina del BBQ. Éste cae al piso boca abajo. Sin prestar atención a lo
ocurrido, Jesús se mira las manos mientras se las sacude las palmas. Mira a su
amigo, quien yace tirado en el suelo.
Jesús.- Por favor,
Ramiro. Levántate que no te golpeé tan fuerte. Das lástima ahí tirado. ¡Ramiro!
¡Ramiro!
Al ver que su amigo
no responde, se da cuenta en la esquina del BBQ que tiene sangre. Rápidamente
lo voltea, y se da cuenta que su frente chocó contra esa porción de ladrillo.
Se pasa las manos en la cara, los ojos los tiene abiertos sorprendido de haber
matado a su amigo. Le toca el cuello y al ver que no tiene pulso, se arrodilla
derrotado y decepcionado de sí mismo.
Jesús.- ¡Rayos!
Jesús agarra los pies
de Ramiro y lo arrastra hacia el chalet. Ahí lo esconde. En eso, se escucha el
sonido del timbre del intercomunicador de la casa. Jesús se asusta
sobresaltado. Se levanta del suelo y va a la cocina a ver quien es. En el
intercomunicador se observa que es un amigo suyo: José Antonio Granda.
Descuelga el auricular, se queda pensativo, no le contesta. Luego, José Antonio
vuelve a tocar el timbre.
Jesús.- ¡Hola!
José Antonio.- Hola,
Jesús. Soy José Antonio Granda (dice esto
sonriendo)
Jesús.- Adelante,
amigo.
Jesús se dirige hacia
la puerta y luego de abrirla, José Antonio se le incorpora y lo abraza
diciendo.
José Antonio.- Hey,
amigo. ¡Soy policía! ¡Soy policía!
Jesús.-
¿Po-po-policía? (dice asustado)
José Antonio.- Así
es, pasé los exámenes y todas las pruebas que me hicieron y ya pertenezco a la
Policía Nacional. Pero ¿qué te pasa? Parece que hubieras visto un cadáver.
Jesús.-
¿Ca-ca-cadáver? No, jajaja. Lo que pasa es que estaba viendo la televisión y
estaban emitiendo por cable una película de terror en el canal 10.
José Antonio.- ¿En el
canal 10? Te debes de haber equivocado porque el canal 10, es el Canal de las
Estrellas y sólo emiten puros programas mexicanos.
Jesús.- Pues, la
verdad no sé que decirte. Al menos eso me pareció. ¿Y dices que te aceptaron en
la Policía Nacional? Que buena noticia (dice
sin ganas y nervioso) Pero pasa a la terraza, por favor.
Jesús y José Antonio
pasan a la terraza.
José Antonio.- Ahora
que estuve en la mañana en la Policía Nacional, estuve en la morgue y la verdad
me sentí incómodo. No por los muertos que hay sino por el olor. ¡Es un olor
insoportable!
Jesús.- Me imagino
Diciendo esto, Jesús
voltea a ver el chalet donde tiene escondido el cadáver de su amigo mientras
José Antonio observa la piscina vacía.
José Antonio.- Veo
que has vaciado la piscina para que la limpien. Dime, ahora que estamos en
verano y ya esté llena. ¿Puedo venir a meterme en la alberca?
Jesús.- Pues, claro
hombre. Puedes venir las veces que quieras. Bueno siempre y cuando no te
presentes con otro cadáver.
José Antonio.- ¿Cómo
que otro cadáver? ¿Qué quieres decir con eso? (dice esto sorprendido)
Jesús.- Ah, no.
Jajaja. No me hagas caso, estaba haciendo una broma.
José Antonio.- Creo
que ese programa de terror que has visto te está haciendo decir cosas que no
tienen sentido, Jesús. Deberías de aprovechar tu tiempo en algo más productivo.
En eso, el celular de
Jesús suena. Éste contesta y una voz siniestra le contesta.
Voz siniestra.- ¡Aún
me debes los veinte centavos!
Jesús se queda
impactado por el comentario y con la boca abierta, apaga su celular y se lo
mete al bolsillo.
José Antonio.- Bueno,
ya me tengo que ir. Tengo que estar temprano en la Policía Nacional, Jesús.
¿Jesús? (voltea a ver a su amigo quien
aún está petrificado y con la boca abierta) Jesús te estoy hablando.
¡¡Jesús!!
Jesús.- ¡Ah! ¿Qué?
¿Qué pasa?
José Antonio.-
Pareciera que te hubiera llamado Freddy Krueger. Te decía que ya me tengo que
ir.
Jesús.- Te acompaño a
la puerta.
Jesús y José Antonio
caminan hacia la puerta de entrada de la casa. Éste le abre y José Antonio sale
y le estrecha la mano.
José Antonio.- Nos
estamos viendo otro día. Quizás el sábado de la próxima semana me pueda pasar a
visitarte nuevamente. Me saludas a tu hermano Daniel.
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